GRACIAS

Es la palabra que me sale del corazón y muy unida a las palabras de Jesús, en el evangelio de Juan cuando habla con Pedro: “Te aseguro que cuando eras joven tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras” (21, 18). Es lo que sentí esa tarde.

Gracias, a cada personal del Hospital “Samuel W. Robinson”, enfermeros (Maxi, Mercedes, Gladis, Valeria, Fabiana….), tomógrafos, personal administrativo (Ale Morales, Chai), Dres. Yanina Rebollo, Eugenia Ramírez y Marcelo Ceccato. A los ambulancieros que tienen un papel importante en el traslado.

Cuando la Dra. Eugenia se acerca y me dice: “negro, te vamos a llevar al Campaña”, fue una sensación cruzada, varias cosas se te vienen a la mente y al corazón. Al rato la llamada del Dr. Marcelo, que como profesional, pero sobre todo como amigo, alentándome, me quería fuerte, más que nunca.

Fui a hacerme una tomografía y me quedé; ¿a quién le avisaba primero?, claro que al Obispo diocesano Adolfo Canecín, a mi hermano Alejandro, luego a los más cercanos (diácono Juan Enríquez, Nico Retamal y Adolfo Acosta).

En esos momentos uno se da cuenta de la importancia de ese tubo llamado “oxígeno”, porque no podía estar sin él. Se hicieron largas las horas para comenzar ese viaje a Corrientes, y llegando allá, todos estábamos en la misma, esperando un lugar. Impecable el trabajo de las enfermeras y enfermeros, de los camilleros, del Hospital de Campaña.

Mucha fuerza y ánimo me daban los mensajes, audios y llamadas (muchísimos no pude responder al momento), pero les aseguro que sentía el cariño y el afecto, no solo de la comunidad católica, sino también hermanos de otras comunidades cristianas.

Con la muda de ropa que le pedí que me prepare Nico, llevé la imagen de la Virgen de la Merced y un rosario, que fueron mi compañía en el Campaña. Y el día jueves por la tarde recibí la visita del Padre Miguel Gómez que me administró la Santa Unción.

Gracias a mis papás, Dori y Rafael, que desde el silencio también estuvieron. Al grupo de Hisopadores y Administrativos del turno siesta, con los cuales compartimos hace mucho tiempo. Gracias.

Les pido de corazón que nos sigamos cuidando, sobre todo cuidemos a los abuelos, que son los que más les afecta este “bicho”. Cuidemos a nuestro personal de salud que están cansados, los de acá y los de allá. Y no nos olvidemos de completar la vacunación para el COVID, es muy importante, ayuda muchísimo para que sea más leve la enfermedad.

A reponerme y a seguir, que la Palabra de Dios, se debe seguir anunciando con alegría y entusiasmo. Y ayudando al equipo del Hospital aquí en nuestra ciudad.

Su hermano y pastor Diego Villalba.